Una década después de estallar la mayor burbuja inmobiliaria de la democracia española, el consenso de analistas apuesta por el inicio de un nuevo ciclo dorado inmobiliario. Incluso vaticinan cinco años de subidas estables y sostenibles de precios de casas, aumento de las ventas y construcción de nuevos inmuebles al calor de la mejora económica global.
Uno de los factores determinantes para que la compraventa de casas vuelva a tasas positivas es la reapertura del grifo del crédito, aunque el acceso a la financiación diste mucho de la decretada en el año 2000. La concesión de hipoteca requiere ahora de unos criterios de solvencia que obligan a los futuros compradores a contar con un ahorro previo, que anteriormente se había obviado. Esta prudencia por parte de la banca diferencia al ciclo actual del anterior y aleja el fantasma de una nueva burbuja inmobiliaria. De hecho mientras el volumen de hipotecas concedidas se sitúe por debajo de las compraventas, el mercado será saludable y eso es lo que ocurrió en 2017.
Otro de los factores clave para la recuperación inmobiliaria es el perfil del demandante de vivienda. Durante el boom anterior gran parte de las transacciones que se realizaban eran claramente especulativas ya que estaban motivadas por la expectativa de poder hacer negocio. Pero hoy en día mayoritariamente se compran casas para vivir en ellas y se tiene muy en cuenta que con el ladrillo también se puede perder dinero.