Si estás pensando en dar un aire nuevo a tu casa, cambiar el color de las paredes o de algunos elementos decorativos es una buena opción. El color es uno de los elementos más importantes en el hogar porque además de darle personalidad, influye en el estado de ánimo de quien lo habita.
Al percibir un color, el cerebro va más allá de sus características físicas y acompaña la experiencia fisiológica de un sentimiento, una emoción. Está claro que cada color tiene unas connotaciones compartidas, al menos por todos los individuos de una misma sociedad.
Por ello, para el dormitorio, los expertos recomiendan el color verde o el azul. Siempre se ha dicho que el primero es el color más adecuado para dormir bien porque favorece la tranquilidad y transmite bienestar pero, según un estudio hecho por Travelodge, las personas que más horas duermen de media son aquellas cuyo dormitorio está protagonizado por tonos de esta gama fría. Así, para lograr la habitación de tus sueños, habrá que pintarla de azul, salvo que sea muy pequeña. En ese caso, será mejor dejar el tono azulado para los muebles y adornos, y que tanto las paredes como el techo sean blancos, para ganar amplitud visual.
Para la cocina apuesta por tonos neutros como el blanco o el marrón ó, si necesitas levantarte con energía, puedes usar el amarillo, que resulta perfecto para poner en funcionamiento el metabolismo, además de dar luz a un espacio que normalmente es más pequeño de lo que todos quisiéramos.
El salón debe ser más sobrio, sobre todo dependiendo del tamaño. Si es más bien pequeño, opta por tonos claros y fríos para las paredes: blanco roto, gris muy suave o azul claro. Pero si es grande o tienes muy pocos muebles, puedes utilizar colores más cálidos, tanto en las paredes como en grandes piezas de mobiliario, para equilibrar los espacios. Si eliges el color lavanda tu salón te transmitirá toda la calma que necesitas al volver del trabajo, porque la gama de los tintes morados da tranquilidad y apacigua los nervios.