Llega el nuevo año y, con él, una de las tradiciones más socorridas de esta época: los propósitos. Todos hemos tenido la intención de cambiar algún aspecto de nuestra vida, pero pocas veces se logra. Y no sólo eso, en la mayoría de ocasiones estos intentos por mejorar se desvanece antes de que nos demos cuenta. ¿Cuáles son los propósitos más habituales de Año Nuevo? ¿Por qué terminamos muchas veces por no cumplirlos?
Los propósitos más habituales
La estrella de los propósitos sin duda es dejar de fumar (también beber menos). También relacionado con la salud, encontramos hacer más deporte, adelgazar y comer más sano. Si hablamos de temas relacionados con ámbitos más culturales o profesionales, mucha gente trata de leer más, retomar el blog, encontrar un trabajo más cercano a nuestros intereses, mejorar en la productividad o incluso emprender nuevos proyectos (muy relacionado también con el aprendizaje, por ejemplo, los idiomas).
En el plano económico, las ideas más recurrentes siempre tienen que ver con el ahorro (liquidar deudas, dejar de depender de los padres, gastar menos dinero en cosas que no son necesarias) pero a veces también justo al contrario (salir más el fin de semana, invertir más en ocio, viajar más). En lo que a la familia y la amistad se refiere, mucha gente se propone pasar más tiempo en familia o en pareja, quedar más a menudo con amigos, servir del mejor ejemplo posible para los hijos, visitar más a los padres…
Por último, en lo personal, algunos de los propósitos de Año Nuevo más socorridos son aprender a decir que no, ser menos egoísta, evitar las excusas, ser más optimista, no tomarse las críticas como algo personal, mejorar la disciplina y apreciar mejor lo que se tiene.
¿Por qué no cumplimos?
En el año de 1986 se realizó un estudio a través de unos anuncios de televisión en el que se invitaba al público a confesar sus propósitos para el próximo año. Los investigadores contactaron con los participantes durante las semanas y meses siguientes para comprobar si habían cumplido. Los resultados son deprimentes:
- El 25% abandona durante la primera semana de enero.
- El 77% renuncia después de la primera semana.
- El 40% renuncia a los 6 meses.
- Sólo el 8% cumple durante todo el año.
¿Cuáles son las causas? Según los estudios, las personas renuncian a sus propósitos de Año Nuevo debido a la falta de autocontrol, el exceso de estrés y las emociones negativas. Lo que en enero es “puedo con todo”, poco después se ha convertido en desmotivación para volver a repuntar en diciembre: “este año sí”. Otra razón tiene que ver con el exceso de propósitos, o que estos no sean concretos (quiero comer mejor, quiero hacer deporte…). También suele fallar la organización: tendemos a hacer las cosas de la misma forma, nos cansamos rápido, vamos posponiendo…
Por eso, lo mejor a la hora de proponernos estos cambios (ya sean grandes o pequeños) es no tratar de abarcar demasiado y sobre todo planear una buena organización.