Aunque parezca raro, cada vez aparecen más jardines verticales en las grandes ciudades. Se sitúan sobre las fachadas de los edificios y aportan un nuevo aire a la zona. Es una de las mejores formas de reducir los gases de efecto invernadero y de aportar una perspectiva más natural y ecológica al ambiente.
Comenzaron en Francia con el Patrick Blanc y, desde entonces, se han desarrollado y establecido en las principales ciudades del mundo.
Entre sus principales beneficios se encuentra que aportan oxígeno, regulan la temperatura, se riegan con agua de lluvia o crean una sensación de bienestar en el entorno. Cada vez son más las viviendas que cuentan con jardines verticales en las fachadas, lo que ofrece una gran sensación de cuidado por el medio ambiente, incluso en medio de una gran ciudad.
Para contar con un jardín vertical es necesario un sistema previo de instalación que hace posible que crezcan plantas en la estructura de un edificio, sin dañarla.