Limpiar la casa es una tarea altamente necesaria que requiere de un método para que resulte efectiva. Sin embargo, como la mayoría no somos profesionales de la limpieza, cometemos fallos. Estos son los errores de limpieza más comunes que cometes día a día, sin darte cuenta, y estas son las soluciones para corregirlos.
Usar la misma bayeta
Ya sea una bayeta o un trapo, no debes es limpiar con ella la encimera de la cocina y el lavabo del baño. El motivo es sencillo: está sucia. Si con el mismo trapo limpias una superficie y luego otra, lo que realmente estás haciendo es repartir la suciedad de la primera estancia en la segunda, con lo que contribuyes a que los gérmenes proliferen aún más. Por tanto, utiliza una bayeta de microfibra o trapo para cada superficie o estancia: muebles del salón, cocina, baños… Y luego échalos a lavar nada más terminar de limpiar. Es decir, no los guardes con la intención de usarlos al día siguiente o a los dos días ya que están sucios.
Pulverizar un producto sobre la superficie
Otro de los errores de limpieza más comunes. Esta no es la manera más efectiva de limpiar ya que puede provocar que no acabes con el polvo o la suciedad, sino todo lo contrario. Lo mejor es rociar la bayeta de microfibra del producto adecuado y, después, pasar otro paño seco para limpiar el exceso de producto.
El movimiento circular
Si no estás puliendo la superficie, debes limpiar en forma de S, es decir, de izquierda a derecha, bajando lentamente por la superficie. En caso contrario, lo único que harás es remover el polvo, sin limpiarlo.
El plumero
Los plumeros no limpian. Esta es la dura realidad que debes asumir ya por mucho que hayas visto en el anuncio que «atrapan el polvo». En realidad, lo que hacen es esparcirlo por lo que el polvo que estaba en la televisión o en la mesa de cristal acaba en el suelo. Lo mejor es que uses una bayeta.
No limpiar la aspiradora
Otro de los errores de limpieza más comunes tiene que ver con uno de los electrodomésticos más utilizados en nuestra casa. Es lógico: el aspirador absorbe el polvo de manera sencilla y cómoda, dejando una casa muy limpia. Sin embargo, también se ensucia. La clave está en el filtro. Si este está muy lleno, debes cambiarlo si quieres llevar a cabo una buena limpieza, ya que su capacidad de succión se reduce. De lo contrario, no aspirarás la casa y lo único que estarás haciendo es redistribuir el polvo por todos los rincones. También debes limpiar sus accesorios.
La escobilla del baño
Es uno de los elementos más complicados de limpiar. Y es que su tarea no es sencilla. Quizás por ello no seamos del todo conscientes de cómo debemos cuidarlo. La escobilla del baño no debemos ponerla de nuevo en su sitio, nada más usarla, porque la humedad y los gérmenes del inodoro quedan atrapados en el recipiente y el cepillo, donde se reproducen y multiplican. Cuando al día siguiente lo vuelvas a usar, frotarás dichos gérmenes por todo el váter. Por tanto, una vez lo uses, enjuágala bien y deja que se seque antes de volver a ponerla en su soporte.
Olvidarse del fregadero
No pienses que el fregadero está siempre limpio por el simple hecho de que le caiga agua de manera constante y también jabón. Es uno de los elementos de la cocina que más suciedad acumula, debido a la gran cantidad de restos de comida que acaban en él. Por tanto, no es de extrañar que se atasque frecuentemente o que huela mal. Para evitar este tipo de situaciones, debes fregarlo después de cada uso, eliminar los restos de comida que se acumulen y, de vez en cuando, echar un potente limpia-tuberías para que el desagüe no se atasque.
Al limpiar las ventanas
Solemos limpiarlas en días soleados, algo que en parte tiene lógica. ¿Para qué limpiarlas en días de lluvia? ¿Para que se ensucien? Pero debes saber que el sol no contribuye a que tus cristales luzcan relucientes: el sol calienta los cristales por lo que es muy probable que el agua y el jabón se sequen antes de que termines de limpiarlos. Por ello, lo mejor es llevar a cabo esta tarea en días nublados, ni lluviosos ni soleados.
Fuente: ABC.es
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