Estamos ya en plena época de dar uso a radiadores, estufas y otros calefactores. Sin embargo, es el momento, también, de pensar cómo sentirse arropado sin necesidad de tener todo el día la calefacción encendida. ¿Quieres ahorrar calefacción sin tener que pasar frío? Si sigues estos pequeños trucos podrás mantener tu casa cálida y acogedora sin tener que tirar de caldera.
Ventila la casa el tiempo justo
Abre bien las ventanas durante unos 10 minutos o 15 como máximo al día para librarte del aire viciado. Es importante mantener limpio el aire en invierno sin congelarse, así que procura abrir las ventanas durante las horas de sol para aprovechar los rayos y retener más calor.
Coloca cortinas térmicas
Las cortinas térmicas son una opción sencilla y económica que te ayudarán a aumentar la temperatura de tu piso y ahorrar calefacción. Ábrelas cuando sean las horas de sol y los rayos calienten y ciérralas por la noche para evitar que entre el frío. En verano, las cortinas térmicas también son de gran ayuda, porque aíslan del calor.
Cierra las puertas
Acostúmbrate a cerrar las puertas de las diferentes habitaciones para crear pequeños espacios y que el calor no se escape. Con este hábito proporcionarás más confort en casa además de ahorrar calefacción.
Subir y bajar persianas en función del sol
Cuando los rayos de sol asomen sobre la vivienda debes subir las persianas y abrir las cortinas para que penetren en el interior de la estancia. Del mismo modo, a la que desaparezca el sol, debes evitar que se vaya este calor acumulado, cerrando cortinas y bajando persianas. Para esta tarea, también puedes valorar la opción de encargárselo a Google.
La importancia de elegir los colores
Hay colores que son fríos y otros cálidos, por lo que la temperatura tiene mucha relación con los tonos: cuanto más oscuro es un objeto, más calor absorbe. Hacerse con un sofá, un sillón o una alfombra negra o marrón es una excelente idea ya que retendrá el calor además de servir para ahorrar calefacción.
Poner material aislante en las paredes
Si vas a hacer reformas y las paredes de tu casa son huecas, puedes poner material aislante, una elección que sirve para mantener el calor tanto interno como externo.
El doble cristal
Instalar vidrios que nos ayuden a mantener la energía es lo más adecuado para mantener el calor en el hogar y, de paso, ahorrar calefacción. Se recomienda el doble acristalamiento con perfilería de puente térmico. También habría que comprobar que no hay grietas ni fisuras en la instalación por la que pueda escapar el calor. Tan importante son los materiales y la tecnología de las ventanas, como una correcta instalación.
Mantas y ropa de abrigo
Nos hemos acostumbrado a llevar una sola capa de ropa o incluso estar en manga corta en casa. ¿Qué tal si te abrigas algo más, con un jersey o unos calcetines gruesos, sin tener que abusar tanto de la calefacción? Y, por otra parte, prepara la cama con más mantas o sábanas térmicas y apaga la estufa por la noche.
Hacer ejercicio en casa
Una bici estática o un ‘stepper’ ayudan a mejorar la circulación y a incrementar la temperatura corporal si se trata de ejercicio de intensidad media. Algo, por cierto, muy recomendado para la gente mayor. También incluimos en este apartado una correcta alimentación, ya que eso también afecta a la temperatura corporal.
Alíate con los cuadros y las alfombras
No está de más recordar que, aunque dejan pasar menos frío que el cristal, las paredes no aíslan del todo. Pero, para paliarlo y subir algo la temperatura de la habitación, bastará con colocar cuadros o cualquier otro tipo de decoración en la pared. Del mismo modo, en los suelos lo mejor es optar por las alfombras de lana o las de pelo largo para proteger frente a la humedad y reducir la pérdida de calor del suelo.
La madera
Aunque los zócalos o las ventanas de madera puedan parecer algo pasados de moda, lo cierto es que este material es un aislante térmico ideal. Tal y como concluyó un estudio del Instituto de Biomecánica de Valencia (IBV) y la Confederación Española de Empresarios de la Madera, este material tiene propiedades higroscópicas capaces de crear ambientes templados (más cálidos en invierno y más frescos en verano). Además, gracias a su baja conductividad térmica, permite que nos adaptemos mejor a él y no suframos pérdidas de calor bruscas al entrar en contacto con nuestra piel.